domingo, 13 de octubre de 2024

Grisura.

 ¿Cómo me encontraste?

Los domingos yo suelo esconderme en el mercado, comprarme mi miche y unas quecas, sentarme en el escalón de la tienda de doña Maru y dejar que caiga la tarde, hasta que el frío me levanta y me lleva a comprar esquites con patas para luego regresar a mi cuarto.

Por eso te pregunto, ¿cómo me encontraste? A nadie le digo por dónde me muevo, lo que hago en los laberintos de mi país. La tierra que nadie me prometió, los últimos límites de algo desdibujado y polvoso que electrifica el ambiente y nos hace deseables a nosotros, pobres chavos del arrabal.

Preciosa, no es mala onda; no te invito a pasar porque esto no es lugar de princesas pero, si traes $150, chance y el Mópet nos presta su cuarto. Una cogidita y te regresas a tu palacio.

Y mientras te miro cómo te vas cuando yo estoy en ti, te pondré mil nombres por cada gemido que se escape de tu garganta, te tendré en suspenso gozando mi ritmo, mi cadencia, mi calor y lo que se va resbalando entre tus muslos. Tendré cuidado de no derramar mi simiente en ese perfecto vientre tuyo, pero, cariño, tú vienes a buscarme como el sediento al agua y al rato terminas ahogada y yo nadando en sangre, con el calibre de tu padre dentro.

Te gusta, ¿verdad?, hasta la manera en cómo pronuncias mi nombre mientras se hinchan tus labios por los piquetes de las hormigas chicatanas es bonito en ti. Te raspa la jerga de estas cobijas mal puestas, te pica la mugre del catre pulgoso y el ruido que hacen los perros está para pegarse un balazo y no resucitar al tercer día, pero te gusta cómo te está entrando, te gusta cómo se va acomodando en tu carnita rosita. Me lo dicen tus cejas contraídas, me lo dice el rubor de tus chapitas pero más me lo confirma el que me enganches tus piernas mientras me clavas las uñas. No, chaparrita, no hay más que hoy. No hay ni un "nosotros", ni un "mañana" y menos un "te prometo". Es tanta la soledad que se respira en el bloque de cemento de mi cerebro que no hay manera de derribar ninguna pared. La cabeza dura, fría, mal puesta y mareada pero no conecta con el corazón y menos con el cerebro.

Aquí te agarro de las muñecas y te dejo sentir mi humanidad. Aquí se quedan tus ganas, tu rebeldía, tus agallas de niña exploradora y dejas de venir a buscarme. Soy espejismo, soy tu imposible, soy tu nada.

No importa cuántas veces me la ponga dura tu recuerdo y tu aroma, no vuelves a mi galaxia. 

No hay cartitas, no hay regalos, aquí no existe la navidad ni el "somos novios". Te cojo, te largas y me olvidas. 

Para hundirte en la mierda no necesitas ayuda.

2 comentarios: