miércoles, 17 de julio de 2024

TOMA CENITAL

Llego a ti después de esa señal; es lo que esperaba. Me acerco suave y tímida, no me crees nada.

Dejas que sienta el suelo frío y que las rodillas me tiemblen.

Me das permiso de otear el aire que a esa hora se encuentra envuelto en vapores intoxicantes.

¿Así?

“Tus pestañas son largas”, dices desde la superioridad postural. “Me sorprende que entrecierres los ojos para acercarte; nunca deseé otra vida para ti. Es esto, te pertenece, me perteneces”.

Con suavidad me acomodas el cabello y entonces, suspiro.

Esta humedad no nos inhibe porque estamos acostumbrados a sentir el agua al cuello. Es la respuesta al trauma de las personas que vivimos fuera de la base, de eso que los estáticos llaman "normalidad".

Ahí va mi piel de nuevo, salobre, blanda. Enséñame cómo me tengo que comportar porque pierdo la lección entre las letras tuyas y mías, en las rimas, en las esquinas, en el interior de la oscuridad cuántica, donde las manos adquieren contacto dimensional y hurgan, nerviosas, en las bolsas de tu maleta. "¿Qué buscas?", preguntas con exasperación controlada. Mi distracción de gatita te impide terminar y expulsarme fuera del mundo. Me devuelves la atención, me concentras, sabes cómo enseñarme a colorear sin salirme de las rayitas. Es el único momento donde seré aprendiz y tú, el maestro. El único desliz de rojos, verdes, amarillos y rosas que vas a permitirnos. 

Porque de aquí en adelante, todo será negro: tus intenciones, mis pensamientos, la música, mi lencería y tus caricias...






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